Hoja de parra
Hoja de parra, otoño, candela del domingo, mi luz mientras
escribo, hoja de bronce pálido, oro muy fatigado, y ese pétalo rojo, insinuado,
insignia del domingo, ah parra en la ventana, residuo, menecita de niño, cuánto
sol todavía –¿el sol es el tiempo?-, ya son las doce y media, mediodía,
renuncio a lo perpetuo, sólo me ilustran luces, luminosos azares, escapadizos
cielos.
Silencio. Cómo zumba el silencio en el silencio. Jardines en
el sueño. Mientras escribo, insistente, niña, la hoja de parra o tiempo. Universo.
¿Dónde dejé mi cuerpo? Libros, revistas, fotos, todo lo que es fugaz. Afuera
está el dinero. Es dinero de sol, de luz, de tiempo (de otro tiempo).
Afuera está el caudal de un domingo que pasa, lento como un
trapero, llevándose las hojas del estanque, mi paso en el sendero, dejándose
las llamas encendidas por todo el firmamento. Cómo hiere un domingo, cómo mata,
quedo herido y perfecto. Salgo a respirar día, invierno venidero, salgo a la
luz de una hoja tan dulcemente ardiendo. Ah miles de domingos, cuchillo del
recuerdo.
Muero.
(De "Un ser de lejanías", Ed. Planeta)