Mi final no fue feliz, el príncipe me abandonó, me dejó sola
con los enanitos, no con los siete, ¡menos mal!, lástima que entre ellos no
estuvieran ni Bonachón ni Risueño.
¡Cuidado Princesas con los Príncipes encantados!, suelen ser
ranas con capa. Desconfiad de esos cretinos que con su beso redentor, pretenden despertarnos de nuestro letargo, ahí es donde empieza el cuento.
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