La tentación
del fracaso
Dicen que la soledad se hace rotunda
cuando uno escribe para entorpecer la muerte
y se suceden intentos por cobijarse en los precisos
contornos del abismo
entonces te preguntas
para qué nombrar el miedo
para qué las palabras como pasos
si son certeros los designios de la sombra
ya ves,
somos ceniza y escribimos los recuerdos como viejos
(con las manos hechas de memoria)
crecemos y de los sueños solo queda desaliento
Aprendimos que nombrar el tiempo significa
fragmentar la luz del horizonte.
El tiempo es lo único que realmente nos pertenece y aún así tenemos tendencia a desaprovecharlo. Lástima que el horizonte cada vez quede más cerca.
ResponderEliminarBueno, a veces aprendemos y otras no, Manuel, desde luego sin fracaso el apredizaje es cero patatero. Besos.
ResponderEliminarMe pregunto si esa esa era la Tentación de la autora, me refiero a Carmen cuando escribió esto.
Nos hiciste reflexionar. Abrazo.
Y quizás sin tentaciones no aprenderíamos nada , no lo sé.