Locura
familiar
Sus labios perfilados se contraen para dejar escapar un silbido corto.
Parece fortuito pero sabemos que después se pasará un buen rato cantando.
Seguimos a lo nuestro. Papá pega una nueva pieza en su maqueta absurda. Cándida
enjuaga cansancio y platos en el fregadero. Mi hermana perfecciona su
maledicencia con la vecina. Yo escribo. De pronto se deja oír un trino largo,
un gorjeo maravilloso, quiebros imposibles, floreos, cascabeles, y, como todas
las mañanas, vemos salir a mamá volando por la ventana. Volverá al atardecer
para dormir en el perchero del dormitorio. Yo quería internarla pero papá fue
categórico.
—¿Acaso no quieres ser tú poeta? Déjala a ella que sea pájaro.
—¿Acaso no quieres ser tú poeta? Déjala a ella que sea pájaro.
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