Un animal
Un
animal oculto en el crepúsculo me vigila y se apiada de mí. Pesan las
frutas corrompidas, hierven las cámaras corporales. Cansa atravesar esta
enfermedad llena de espejos. Alguien silba en mi corazón. No sé
quién es pero entiendo su sílaba interminable.
Hay
sangre en mi pensamiento, escribo sobre lápidas negras. Yo mismo
soy el animal extraño. Me reconozco: lame los párpados que ama,
lleva en su lengua las sustancias paternales. Soy yo, no hay duda: canta
sin voz y se ha sentado a contemplar la muerte, pero no ve más que
lámparas y moscas y las leyendas de las cintas fúnebres. A veces, grita
en tardes inmóviles.
Lo
invisible está dentro de la luz, pero, ¿arde algo dentro de lo invisible? La
imposibilidad es nuestra iglesia. En todo caso, el animal se niega a
fatigarse en la agonía.
Es el
que está despierto en mí cuando yo duermo. No ha nacido y, sin embargo,
ha de morir.
Así
las cosas, ¿de qué perdida claridad venimos? ¿Quién puede recordar la
inexistencia? Podría ser más dulce regresar, pero entramos
indecisos en un bosque de espinos. No hay nada más allá de la
última profecía. Hemos soñado que un dios lamía nuestras manos: nadie
verá su máscara divina.
Así
las cosas,
la locura es perfecta.
Me gustan las dos últimas frases, gracias por traerlas a tu blog, un beso.
ResponderEliminarHas escrito un texto fabuloso . Desesperanzado, oscuro ... Son los estados de ánimo, cíclicos, hoy bien, mañana mal ...Tiene tu prosa un encanto descarnado. ¡Cómo te entiendo amigo !!
ResponderEliminar"Cansa atravesar esta enfermedad llene de espejos ... "una metáfora bellísima.
Un abrazo gigante. :)