Cinceladas
Tras meses de entrenamiento,
el aprendiz logró ver al ángel atrapado en el mármol. Tomó el cincel y martilló
hasta tener su figura bien definida, a unos milímetros de tocar su carne. Pero
la piedra se agrietó. El ángel extendió sus alas, se sacudió los guijarros y
emprendió el vuelo sin más.
–No te preocupes –lo consoló el maestro escultor–, a todos se nos escapa el primero.
–No te preocupes –lo consoló el maestro escultor–, a todos se nos escapa el primero.
Precioso Manuel.
ResponderEliminarUn beso.
¡me encantó !!
ResponderEliminarbesos del alma.
BUEN FIN DE SEMANA !!! :)