EL OTOÑO
El otoño, esa mágica y lírica estación, nos inunda los sentidos y nos desborda de belleza. La luz rivaliza con los colores, jugueteando entre los árboles, revelando asombrosas tonalidades. La tierra se convierte en teñidas y crujientes alfombras que nos invitan al paseo y a la contemplación de desnudos e implorantes árboles que, mirando al cielo, sueñan primaveras.
Festival de colores, bosque encantado, gnomos
y hadas brincan alrededor de sus nuevas casas resurgidas, las setas.
Los madroños presumen de rojo y las piedras de musgo. Olor a castañas, a
nueces y a olvido.
Caen las hojas de los árboles como las del almanaque de nuestra vida. El sentido entierra pasiones, arranca olvidos, que el corazón vuelve a desenterrar. El aire, ocre y limpio, impone nostalgias en la mirada y estertores en el alma, que se niega a morir, apasionada.
El otoño nos envuelve con sus colores, sus aromas y su magia, y nos hace soñar, por un corto espacio de tiempo, que somos capaces de reconciliarnos con la vida, y sentirnos agradecidos por poder ser, un año más, afortunados espectadores del mismo milagro.
Caen las hojas de los árboles como las del almanaque de nuestra vida. El sentido entierra pasiones, arranca olvidos, que el corazón vuelve a desenterrar. El aire, ocre y limpio, impone nostalgias en la mirada y estertores en el alma, que se niega a morir, apasionada.
El otoño nos envuelve con sus colores, sus aromas y su magia, y nos hace soñar, por un corto espacio de tiempo, que somos capaces de reconciliarnos con la vida, y sentirnos agradecidos por poder ser, un año más, afortunados espectadores del mismo milagro.
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