martes, 13 de agosto de 2013

Pedro Sánchez Negreira: "Preguntas abiertas"









Preguntas abiertas



En el instante en que le doy la espalda –después de un polvo subrepticio en el cuarto de los manteles del restaurante donde celebra la comunión de su hija pequeña– con el vestido aún arrollado alrededor de su cintura y el tanga en el suelo –enganchado al tacón de su zapato de fiesta– me pregunta, en un susurro como de letras minúsculas, si la amo de verdad o lo hago sólo por joder a su marido. Su marido –conviene aclararlo– no es otro que el cabrón de mi jefe.
Me vuelvo y tomo su cara entre mis manos, mientras dejo que mi mirada se pasee por su piel percudida en un falso moreno, como de cartón antiguo.  Me acerco dos pasos hacia ella hasta notar el roce de sus pezones en mi camisa.  Al tiempo que cuelo mi muslo entre sus piernas, acerco mi boca a su oído con el único fin de que mi perfume se pegue a sus dudas. Entonces la miro a los ojos y sonriendo le respondo: "¿Tú qué crees?".






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