Pie
De soltero ha pasado a solterón y
está bien acostumbrado a dormir solo. Una noche lo despierta la sensación de un
contacto insólito, uno de sus pies ha tropezado con la piel cálida y suave de
un pie que no es suyo. Mantiene su pie pegado al otro y extiende su brazo con
cuidado para buscar el cuerpo que debe de yacer al lado, pero no lo encuentra.
Enciende la luz, separa las ropas de la cama, allí dentro no hay nada. Imagina
que ha soñado, pero pocos días después vuelve a despertarse al sentir de nuevo
aquel tacto de suavidad y calor ajeno, y hasta la forma de una planta que se
apoya en su empeine. Esta vez permanece quieto, aceptando el contacto como una
caricia, antes de volver a quedarse dormido. A partir de entonces, el pequeño
pie viene a buscar el suyo noche tras noche. Durante el día, los compañeros,
los amigos, lo encuentran más animoso, jovial, cambiado. Él espera la llegada
de la noche para encontrar en la oscuridad el tacto de aquel pie en el
suyo, con la impaciencia de un joven enamorado antes de su cita.
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