Efectos secundarios
Con el lógico nerviosismo de la primera noche, el hijo del
sepulturero ayudó a su padre a colocar la lápida de una tumba. Mientras
sostenía el mármol, escuchó golpes y gritos en el interior del panteón. Miró a
su padre con el rostro desencajado por el terror. Pero la voz de la experiencia
logró tranquilizarlo. "No te preocupes. Es normal. Enseguida se les
pasa".
Me encantó. Besos.
ResponderEliminarEl relato tiene una fuerza increíble , igaul que las palabras del padre tranquilizadoras...
ResponderEliminarSaludos, enhorabuena.