Volví asqueada la espalda
Volví asqueada la espalda
al sonido de su lápiz cuando anota
al margen de los versos
consagrados;
a la cerilla consumida
y atrapada por la luz
de neón blanco
de carne blanda
de lengua tosca
si lame,
si besa.
Para colmo,
dormí destapada.
Aquella noche
–sola ante el mundo y el lavabo-
deseé
a todos los imbéciles
menores de veinticinco.
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