Llegó
Llegó un momento en que hubo que decidir cuál de los dos moriría para
alimentar al otro. Ella se ofreció, y él aceptó. Ella le pidió un beso, y él
cerró los ojos. Sin inmutarse, ella le clavó un puñal, maravillándose, mientras
lo comía, de su inmensa estupidez.
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