martes, 31 de diciembre de 2013

Ángel González: "Inventario de lugares propicios al amor"




 Obra de Edward Hopper


 




Inventario de lugares propicios al amor
 


Son pocos.
La primavera está muy prestigiada, pero
es mejor el verano.
Y también esas grietas que el otoño
forma al interceder con los domingos
en algunas ciudades
ya de por sí amarillas como plátanos.
El invierno elimina muchos sitios:
quicios de puertas orientadas al norte,
orillas de los ríos,
bancos públicos.
Los contrafuertes exteriores
de las viejas iglesias
dejan a veces huecos
utilizables aunque caiga nieve.
Pero desengañémonos: las bajas
temperaturas y los vientos húmedos
lo dificultan todo.
Las ordenanzas, además, proscriben
la caricia (con exenciones
para determinadas zonas epidérmicas
-sin interés alguno-
en niños, perros y otros animales)
y el «no tocar, peligro de ignominia»
puede leerse en miles de miradas.
¿A dónde huir, entonces?
Por todas partes ojos bizcos,
córneas torturadas,
implacables pupilas,
retinas reticentes,
vigilan, desconfían, amenazan.
Queda quizá el recurso de andar solo,
de vaciar el alma de ternura
y llenarla de hastío e indiferencia,
en este tiempo hostil, propicio al odio.









lunes, 30 de diciembre de 2013

Francisco Umbral: "Seres de lejanías"





 Obra de Agimmeta






Seres de lejanías



Somos seres de lejanías, los hombres, no porque nos vayamos yendo lejos con la edad, sino que son las cosas las que se van, es el mundo lo que ya no nos queda al alcance de la mano. Todo está ahí, pero un poco más lejos.
Por las mañanas, al despertar, si tuviera una pistola en la mesilla, me pegaría un tiro casi con alegría. La inmóvil desesperación de la noche no tiene otra salida que la muerte, el suicidio, y de esa claridad espantosa del sueño, de esa nitidez de la duermevela, le queda a uno la marca para todo el día. El presente, con su canto variado, del teléfono al trabajo, de la voz a la luz, ayuda un poco a confundir las cosas y acabamos haciendo como los demás (que quizá también han tenido una noche de mortal clariver).
El transcurso de un día no es sino un viaje de vuelta a lo nuestro, tras el fúnebre alejamiento del sueño despierto. La flor, la prosa, la mujer, el halago, los perfumes, los dones claros y fríos del invierno, el beneficio de la luz, todo eso es lo que hallamos en el camino de vuelta a la realidad, a esa convención que llamamos realidad, a esa conjunción de mimbres de oro que fingen el presente, cesto por donde se va el agua del tiempo y ya estamos otra vez en la noche. La conquista de la realidad (que efectivamente lo es, por otra parte: no menos real el día que la noche, la risa que el miedo) se cumple en el plazo de un día. Somos seres diurnos, formamos parte de las invenciones dela luz. Cuando la luz se ha ido, todo es cementerio de vivos con el rejón de la muerte en el costado que fue de oro.

Ser de lejanías. ¿Qué sé yo, en realidad, del mundo cercanísimo y oriental de la gata? A veces la sorprendo como una desconocida hostil, a veces me mira como habiendo olvidado ella quién soy yo. Sin duda los gatos también tienen alucinaciones. Ser de lejanías, animal de fondo. El animal de fondo juanramoniano es animal de fondo de aire. Yo soy animal de fondo porque vine de un claustro y volveré a otro, siquiera sea por la puerta deseable del fuego.
Animal de fondo, siempre en lo sombrío de las cosas, propenso a hundirme en los sótanos del tiempo, en lo subterráneo de las cumbres, que no son sino subterráneos/inversos. Las cumbres son los subterráneos del cielo, donde el sol pierde la mirada. Yo en seguida me voy al fondo de una amistad, de un amor, de una conversación, de una situación o un clima, a ese doble fondo nunca dicho y tan evidente bajo lo que se habla o lo que se ama. Somos lo que subyace. Lo exterior, lo visible y audible no es sino el esfuerzo conjunto por mantenernos al nivel de la luz. Lo que subyace nos está enviando siempre vaharadas de frío, de silencio, de revelación sombría, y yo tiendo a dejarme sumergir en lo que subyace, al menos algunos días, como hoy. Experimento ya la vida como un afán colectivo por estar al nivel del día, mientras el día dure. Cuando lo subyacente emerge, a eso lo llamamos tener sueño.
Yo casi siempre tengo sueño de lo subyacente, de estar en lo oscuro con los ojos muy abiertos, mirando cómo los demás se bañan en el calor de la hora, en el frío vivísimo del invierno claro. La edad de las mujeres no es sino una insolencia de la luz, y eso lo veo bien desde mi subyacer. Del mismo modo, la alegría de los hombres, o su tristeza, no es sino una insolencia solar que nos permite ver el hígado enfermo del amigo, los años dormidos de la amiga, el bosque de sombra que hay tras el bosque diurno en que ahora vivo y escribo.
Animal de fondo, deslumbrado y deslumbrante Juan Ramón, no sólo en el sentido que tú lo dijiste, sino en este otro que explico. Animal de fondo de tiempo en el mediodía de todas las criaturas. Alma que acecha, triste y perspicaz, la fiesta del día desde las bodegas de la luz.



("Un ser de lejanías", Ed. Planeta)






 


domingo, 29 de diciembre de 2013

Ana Rossetti: "Como si una linterna me arrancara"


 
 
Obra de Paul Helleu

 

 

Como si una linterna me arrancara

 


Como si una linterna me arrancara
de en medio de la noche,
así me descubriste, así me señalaste.
Así horadaste mis silencios escarpados y troquelaste las fronteras de mi isla.
Nombrándome me expones, me sitúas en el ojo de la diana.
No hay lugar para el ardid, no hay escondite.
Soy blanco paralizado, centro de tu voluntad, destino de tu atención y tu advertencia.
¿A qué esperas?
No rehuyo la luz.
Hágase en mí lo que tu dardo indica.




sábado, 28 de diciembre de 2013

María José Barrios: "Reconciliación"





 Obra de Georges Braque






Reconciliación



Deja pasar un par de días, no la llames, no le cojas el teléfono. Luego ve a hablar con ella, pero muéstrate frío, distante e incluso cruel en un momento dado. Como si nada de aquello fuera contigo. Utiliza palabras duras, no hagas la más mínima concesión. Dile que no sabes de qué te habla, que son todo imaginaciones suyas. Deja que te grite, que te golpee, que te arañe, que te muerda, que te amenace. Échale la culpa de todo, deja que se derrumbe. Humíllala, apriétale un poco más -solo lo justo-, y entonces empieza a mostrarte algo más comprensivo. Dile algo cariñoso, juguetea con su flequillo. Abrázala, deja que se sienta bien por unos minutos. Convéncela de que te necesita. Miéntele, dile que la quieres. Y solo al final, si lo consideras necesario, le dices que la perdonas.








viernes, 27 de diciembre de 2013

Gloria Fuertes: "Escribo"



 Obra de Picasso




 Escribo



Escribo sin modelo
a lo que salga,
escribo de memoria
de repente,
escribo sobre mi,
sobre la gente,
como un trágico juego
sin cartas solitario,
barajo los colores
los amores,
las urbanas personas
las violentas palabras
y en vez de echarme al odio
o a la calle,
escribo a lo que salga.
 
 
 
 
 

jueves, 26 de diciembre de 2013

Araceli Esteves: "El otro"




Obra de Oswaldo Guayamasín





El otro


Cambié por ella, para parecerme al hombre que siempre quiso ver en mí. Abandoné mis costumbres y me adapté a sus horarios, dejé de frecuentar amistades que a ella le molestaban. Ahora por las noches me busca melindrosa, se acerca a soplarme detrás de la oreja para que me disuelva, para mezclarme con ella y vaciarnos los dos en un nuevo organismo que nos acoja y nos contenga. Labios y brazos, piernas y sexos enroscados formando parte de una sola criatura de movimiento suave y jugoso. Busca inútilmente aquello que conseguíamos cuando yo era yo.




("Fisuras en el aire", Eugenio Cano Editor, 2013)



 



miércoles, 25 de diciembre de 2013

Luis Cernuda: "Donde habite el olvido"


 

 

 



Donde habite el olvido



Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. 


Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista. 


En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento. 


Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente. 


Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño. 


Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.








martes, 24 de diciembre de 2013

Luis Mateo Díez: "Los invitados"





 Obra de Javier Alberola




Los invitados



Los invitados llegaron a casa a la hora prevista. Ángela y yo les recibimos encantados. La cena fue exquisita. La conversación brillante y entretenida hasta que las copas comenzaron a hacer efecto.
Entonces se iniciaron esos pequeños altercados que son fruto de las envidias y las maledicencias y que lastran las amistades por largas que sean.
Yo, como siempre, me quedé dormido. Para las copas soy un desastre.
Cuando desperté, con el sol en la ventana y la mañana del domingo muy avanzada, tardé un rato en percatarme del desastre en que se había convertido el salón. Todo estaba destrozado.

En la alfombra pisé una enorme mancha que me pareció de sangre. La mancha se repetía en las paredes. Llamé a Ángela, angustiado.
La casa estaba vacía y lo que de ella pude ver, hasta que sonó el teléfono, en parecidas condiciones al salón.
El timbre del teléfono acrecentó el dolor de cabeza que se apoderaba de mí. Me llevé la mano a ella y sentí un bulto pegajoso. Temí desvanecerme.
Descolgué el aparato temblando.
-Ninguno de vosotros me quiso nunca -musitó una voz compungida y llorosa en el auricular, y en seguida escuché el sonido de un disparo.
Antes de salir al jardín y observar los cuerpos mutilados que colgaban de los árboles dejé caer el teléfono con la sensación de que el aroma quemado de la pólvora abrasaba mi mano.









lunes, 23 de diciembre de 2013

Vicente Aleixandre: "Verdad siempre"


 Obra de Kandinsky





Verdad siempre


                                                                                                 A Manuel Altolaguirre 


Sí, sí, es verdad, es la única verdad;
ojos entreabiertos, luz nacida,
pensamiento o sollozo, clave o alma,
este velar, este aprender la dicha,
este saber que el día no es espina,
sino verdad, oh suavidad. Te quiero.
Escúchame. Cuando el silencio no existía,
cuando tú eras ya cuerpo y yo la muerte,
entonces, cuando el día. 

Noche, bondad, oh lucha, noche, noche.
Bajo clamor o senos, bajo azúcar,
entre dolor o sólo la saliva,
allí entre la mentira sí esperada,
noche, noche, lo ardiente o el desierto.









domingo, 22 de diciembre de 2013

Isabel Cienfuegos: "Pinocho"



Ilustración de Francisco Toledo





Pinocho


Hoy no va al instituto, le molesta la anilla en la nariz. Sentado en el parque, mientras espera la llegada del Gato y de la Zorra para  pillar algo que le lleve al País de los Bobalicones, oye a una anciana de cabellera azul murmurar que los chicos de hoy son todos unos burros y nunca llegarán a ser personas.
No quiere pensar en Geppeto, al que una empresa de tiburones se traga de sol a sol. Aún no es capaz de cruzar el mar de rabia o el mar de sueños para rescatarle.







 

sábado, 21 de diciembre de 2013

Walt Whitman: "Postrera invocación"




 Juan Luis Garcia






Postrera invocación

 

Al fin, dulcemente,
dejando los muros de la fuerte mansión almenada,
el duro cerco de las cerraduras, tan bien anudado;
la guardia de las puertas seguras,
sea yo liberado en los aires.

Con sigilo sabré deslizarme;
pon tu llave suave en la cerradura y, con un murmullo,
abre las puertas de par en par, ¡alma mía!
Dulcemente -sin prisa-
(carne mortal, ¡oh, qué fuerte es tu abrazo!
¡oh amor! ¡cuán estrechamente abrazado me tienes!)







viernes, 20 de diciembre de 2013

Julio Llamazares: "La lentitud de los bueyes" (12)










La lentitud de los bueyes
 


12


De vez en vez, la tristeza.

No esa tristeza dulce y húmeda que empaña los cristales en las tardes de invierno.

Me refiero a la tristeza que amarga en la lengua. Hablo de la tristeza que madura lentamente en el panal del corazón.

De pronto nos inunda como luz de un farol negro. Como el ladrón que nos aborda en un recodo del camino.

Amarga por lo antigua y por lo intensa. Quema como resina vertida en el dolor.

Es la tristeza que queda como poso del olvido.





("La lentitud de los bueyes", Ediciones Hiperión, 1988)




 

jueves, 19 de diciembre de 2013

Marjorie Agosin: "Carta de una mujer perfumada"









Carta de una mujer perfumada


I

Para escribir cartas de amor
no es necesaria la cautela,
ni el orden
ni encontrar la perfecta esquela
tan sólo encender la lámpara
como se enciende el cuerpo del amor.
Untarse toda,
perfumarse toda
de mieles y sortilegios
elegir la caligrafía más desvelada,
la más humilde.
Entonces, se extiende
se acaricia el empeine de sus plumajes
y comienzan a recogerse las palabras
como el deseo del amor.

 
II

Para escribir cartas de amor
es necesario estar reposada
elegir las palabras como si fueran banquetes clandestinos
vestirse toda de rojo, color deseo, color relámpago
y decir: en esta tarde arrodillada de luz
yo te amo, te entrego un manojo de suaves palabras
como la llave de mi alma.

 
III

Me ilumino toda al nombrarte
nada se pierde
con llamarte en el bosque fallido
con escribirte como sonámbula como
maga toda vestida
de verde
escribir
más que una carta de amor
basta con extender mi mano hacia la tuya
es esa  la
vigencia
del perfume.






miércoles, 18 de diciembre de 2013

Miriam Reyes: "No soy dueña de nada"









No soy dueña de nada


 
No soy dueña de nada

mucho menos podría serlo de alguien.
No deberías temer
cuando estrangulo tu sexo,
no pienso darte hijos ni anillos ni promesas.

Toda la tierra que tengo la llevo en los zapatos.
Mi casa es este cuerpo que parece una mujer,
no necesito más paredes y adentro tengo
mucho espacio:
ese desierto negro que tanto te asusta. 




(De "Bella Durmiente", Ediciones Hiperón, 2004)





martes, 17 de diciembre de 2013

César Vicente: "El cine"












El cine 
 


El cine estaba atestado. Yo temblaba como el adolescente que era. Después de mucho pensarlo deslicé la yema de mis dedos sobre el dorso de su mano, en la nervadura de sus venas. Su pelo desprendía un aroma a jazmines estrujados que me turbaba el sentido. Había una fiesta en casa de Bette Davis, recuerdo. Respondió a mi caricia apresándome el pulgar con trémula suavidad. Lo he buscado, pero no he vuelto a encontrar un momento de pasión semejante en toda mi vida.









lunes, 16 de diciembre de 2013

Silvia Delgado Fuentes: "Soy culpable"




Soy culpable


Soy culpable,
he matado la terca obediencia de los domesticados,
a los dioses de barro,
el sopor cómplice de los que mueren callados.
He matado la culpa por tener ovarios.
He matado a los cínicos,
a los que son alguaciles sin uniforme
y sin salario.

He matado la costumbre de mirar pa abajo y de lado.  
He matado las noches vigilantes,
las tormentas dentro de mis huesos,
la pobreza de sentir  soledad
en cada sentimiento.

He matado a la mujer que me golpeaba,
a la niña que, traviesa, metía el dedo en la llaga,
a la anciana que   reventaba la magia.

Soy culpable de haber matado
la impotencia,
el arraigo al sufrimiento,
la melancólica existencia de los vencidos.
Soy culpable de querer vivir junto a los otros
en esta suerte de vital victoria
que es saberse libre
a pesar de las derrotas.





domingo, 15 de diciembre de 2013

Monserrat Villar González: "Realidad o carroña"







Realidad o carroña


Vomité sangre para guardar
silencio.
 
Silencié las entrañas a golpe de
ausencias.

Sabiendo que la realidad llenaría
de dolor el alma
esperé una caricia.
Tu locura quemó mis manos
que ya no pueden alcanzar
tu mundo para detenerte.

Y ahora...
¿Quién se queda a disfrutar de esta carroña?











sábado, 14 de diciembre de 2013

María José Barrios: "Pinceladas"










Pinceladas


Los tomaban por una familia bien acomodada, y jamás habrían admitido que estaban pasando una mala racha. Después de mucho pensarlo, gastaron sus últimos ahorros en un maletín de pinturas y algunos pinceles. Ella, que siempre había tenido un poquito de artista, dibujaba cada mañana el pañuelo inmaculado en el bolsillo de su marido, doraba los pomos de las puertas, acentuaba el brillo del asado de cordero que se veía desde la ventana, disimulaba las manchas de humedad y, qué diantre, con un toquecito aquí y otro allá, convertía el viejo coche familiar en un resplandeciente Mercedes. Envalentonada, no paró de insistir hasta que su marido la dejó pintar a un precioso niñito rubio, a veces sentado en el sofá, a veces jugando en su cuarto o asomado a la terraza, a quien por si acaso no sacan nunca  en los días de lluvia.




 (Texto cogido de la página http://www.cuentosminimos.com/)