jueves, 31 de octubre de 2013

Isabel Cienfuegos: "Escribir"









Escribir



Sentir los zureos de las palomas, sentirlos hasta comprender el deseo de remontar acantilados y devorar la presa.
Aullar como los lobos, y tener la garganta de un perro para ladrar el celo y la ternura.
Y habitar en la frase, como en un paraíso.











miércoles, 30 de octubre de 2013

Rosa Yáñez: "El problema es cuando necesito que afirmes por mí"









El problema es cuando necesito que afirmes por mí



El problema es cuando necesito que afirmes por mí
cuando me voy desmoronando
y vengo reclamándote las certezas
agotada de mí misma sucumbiendo
al desánimo una vez más
al desacato
el éxito que dicen
pero es sólo lo que dicen
te pido entonces que vueles
y tú te estrellas
me miras desde el azogue
con tu rostro quebrado
acreedora y deudora
desierta y habitada
extrema siempre
deseosa
de un veredicto de locura que lo justifique todo

necesito que afirmes una tabla a la que aferrarse
en medio de este vendaval de dimes y diretes
de vaivenes
que andan regalando besos a quien no se debe
abrazos y puñaladas que no se distinguen siquiera
te necesito lúcida de una vez por todas
que las canas tengan al menos su lado bueno
la paz del que está de vuelta
de algún lugar que nadie ha pisado
y como una cobarde tras tu sombra
te miro tropezar con la vida
a tientas adelante
vergüenza ajena y propia
del error de serte siempre
de existirte desde este lado ridículo
sobre dos tacones de aguja que se balancean al caminar
como si temblaran sobre la cuerda
reconoce
que a veces me adivinas
pegada a tus pies oscuros
y que te arrojarías a cualquier otra parte
sé que me odias
pero
es que crees
que es más fácil la vida aquí?





martes, 29 de octubre de 2013

Susana Corullón Paredes: "Paisaje"




Paisaje

El paisaje más bello
está hecho de fragmentos
de otros trajes:
la luz de la salida
del colegio,
ramas verdes de la primera
adolescencia,
el olor de los cuerpos
entregados al sol
o un gigante arco iris
a la entrada de Roma.
El paisaje más bello,
entra sin avisar
en un momento roto
y llena de tierra fresca
las paredes del cuarto.




lunes, 28 de octubre de 2013

Eduardo Galeano: "Ceremonia"


 



  

Ceremonia


El Chato llevaba muchos años detrás de aquel mostrador. Servía bebidas, a veces las inventaba. Callaba, a veces escuchaba. Conocía las costumbres y las manías de cada uno de los clientes que venían, noche tras noche, a mojar la garganta.
Había un hombre que llegaba siempre a la misma hora, a las ocho en punto de cada noche, y pedía dos copas de vino blanco seco. Pedía las dos a la vez y las bebía él solo, un sorbo de una copa, un sorbo de la otra. Muy lentamente, en silencio, el hombre vaciaba sus dos copas, pagaba y se marchaba.
El Chato tenía la costumbre de no preguntar. Pero una noche el hombre le leyó alguna curiosidad en los ojos; y como quien no quiere la cosa, contó. Dijo que su amigo más amigo, su amigo de siempre, se había ido. Harto de correr la liebre, se había ido muy lejos del Uruguay, y ahora estaba en Canadá.
Allá le va muy bien –dijo.
Y después dijo:
No sé si le va muy bien.
Y se calló la boca.
Desde que su amigo se había ido, los dos se encontraban cada noche, a las ocho en punto, hora de Montevideo, él en este bar de aquí y su amigo en un bar de allá, y bebían úna copa juntos.
Y así pasó el tiempo, noche tras noche.
Hasta que una vez el hombre llegó con la puntualidad de siempre pero pidió una sola copa.
Y bebió, lento, callado, quizás un poco más lento y callado que de costumbre, hasta la última gota de esa única copa.
Y cuando pagó la cuenta y se levantó para marcharse, el Chato hizo lo que nunca: lo tocó.
Estiró el brazo sobre el mostrador y lo tocó:
Mi pésame–dijo.








domingo, 27 de octubre de 2013

Loren Fernández: "Ofelia mide la longitud del tiempo"






Ofelia mide la longitud del tiempo



De cuatro a siete me cae encima esta tristeza grande de los hombros
como una bata de hospicio.

De cuatro a siete no salgo de casa.
Con puntualidad de sanatorio,
evito el móvil callado, la puerta oscura, el “no disponible”.

De cuatro a siete me quedo al borde de la nevera
buscando chocolate puro
o que el frío congele mi conciencia.

Después
consumada la certeza del silencio,
es el tiempo tan largo,
tan cansado de arrastrar el mundo,
que me tengo que inventar
poemas, pecados, orgullos, dramas ajenos,
para no morir como un perro
de siete a cuatro.










sábado, 26 de octubre de 2013

Vicente Aleixandre: "Siempre"








Siempre





Estoy solo. Las ondas; playa, escúchame.
De frente los delfines o la espada;
La certeza de siempre, los no-límites.
Esta tierna cabeza no amarilla,
esta piedra de carne que solloza.
Arena, arena, tu clamor es mío.
Por mi sombra no existes como seno,
no finjas que las velas, que la brisa,
que un aquilón, un viento furibundo
va a empujar tu sonrisa hasta la espuma,
robándole a la sangre sus navíos.

Amor, amor, detén tu planta impura.








viernes, 25 de octubre de 2013

Mar Horno García: "El viajero"








El viajero



Viajar abre la mente. Por eso el abuelo tenía un agujero en la cabeza de considerable tamaño. Muchas veces era divertido porque de él huían cebras a la carrera, algún lémur o una cría de elefante. Los niños siempre remoloneaban a su alrededor esperando que saltara de su mollera abierta cualquier sorpresa. Otras veces era muy fastidioso. Por ejemplo, cuando emergían sonidos estridentes de alguna gran ciudad o asomaba la punta del Kilimanjaro y teníamos que llamar a la grúa para sacar la gigantesca mole. Un día comenzó a brotarle agua en cascada y arrastró todos los muebles varias leguas, dejando en el jardín una canoa varada. En cierta ocasión, salió, no sin esfuerzo, una familia somalí con la que intercambiamos costumbres y saberes. Incluso, el pequeño Kalí se quedó con nosotros algunos años. Cuando el viejo, por fin, emprendió su último viaje, le pusimos su trasnochado traje de aventurero y le colocamos en una pira que ardió lentamente. Y mientras el humo ascendía, se alejaron también libertad, tolerancia, respeto, sueños. Como aves migratorias. Y de nuevo se abotonó nuestro pequeño ojal de las utopías





jueves, 24 de octubre de 2013

Gloria Fuertes: "Cabra sola"








Cabra sola 



Hay quien dice que soy como una cabra;
lo dicen, lo repiten, ya lo creo;
pero soy una cabra muy extraña
que lleva una medalla y siete cuernos.
¡Cabra! En vez de mala leche yo doy llanto.
¡Cabra! Por lo más peligroso me paseo.
¡Cabra! Me llevo bien con alimañas todas.
¡Cabra! Y escribo en los tebeos.
Vivo sola, cabra sola,
-que no quise cabrito en compañía-
cuando subo a lo alto de este valle
siempre encuentro un lirio de alegría.
Y vivo por mi cuenta, cabra sola;
que yo a ningún rebaño pertenezco.
Si sufrir es estar como una cabra,
entonces sí lo estoy, no dudar de ello.







martes, 22 de octubre de 2013

Antonio Machado: "Dice la esperanza"









Dice la esperanza

 

Dice la esperanza: un día
la verás, si bien esperas.
 Dice la desesperanza:
sólo tu amargura es ella.
 Late, corazón... No todo
se lo ha tragado la tierra. 









lunes, 21 de octubre de 2013

Ana María Matute: "Mar"






 Mar


Pobre niño. Tenía las orejas muy grandes, y, cuando se ponía de espaldas a la ventana, se volvían encarnadas. Pobre niño, estaba doblado, amarillo. Vino el hombre que curaba, detrás de sus gafas. “El mar -dijo-; el mar, el mar”. Todo el mundo empezó a hacer maletas y a hablar del mar. Tenían una prisa muy grande. El niño se figuró que el mar era como estar dentro de una caracola grandísima, llena de rumores, cánticos, voces que gritaban muy lejos, con un largo eco. Creía que el mar era alto y verde.

Pero cuando llegó al mar se quedó parado. Su piel, ¡qué extraña era allí! -“Madre -dijo, porque sentía vergüenza-, quiero ver hasta dónde me llega el mar”.

Él, que creyó al mar alto y verde, lo veía blanco, como el borde de la cerveza, cosquilleándole, frío, la punta de los pies.

“¡Voy a ver hasta donde me llega el mar!” . Y anduvo, anduvo, anduvo. El mar, ¡qué cosa rara!, crecía, se volvía azul, violeta. Le llegó a las rodillas. Luego, a la cintura, al pecho, a los labios, a los ojos. Entonces, le entró en las orejas el eco largo, las voces que llaman lejos. Y en los ojos, todo el color. ¡Ah, sí, por fin, el mar era verdad! Era una grade, inmensa caracola. El mar, verdaderamente, era alto y verde.

Pero los de la orilla no entendían nada de nada. Encima, se ponían a llorar a gritos, y decían: “¡Qué desgracia! ¡Señor, qué gran desgracia!”.





domingo, 20 de octubre de 2013

Miguel Hernández: "Elegía"






Elegía


En Orihuela, su pueblo y el mío, se me
ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con
quien tanto quería.
 


Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera;
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y en tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata le requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

*********

 A la memoria de mi buen amigo Jesús Mendoza, muerto en Candelaria el pasado 17 de octubre. Descansa en paz.






sábado, 19 de octubre de 2013

Antonio Gamoneda: "Nieve"







Nieve

 

Retrocede, combate
hacia atrás, corazón mío.
Cíñete al amor, queda
activo en cuerpos, en
materiales amantes.
Olvida la nieve, vive
con los tuyos, desciende
a la ternura. Este
es tu país.
¡Oh la sed, oh la sed!
¿Por qué este mismo fuego
me empuja hacia la nieve?
Subir, subir al agua
eterna donde viven
la claridad y el frío.
Un sueño: Cumbre inmóvil.
Nada y luz. Nadie, nadie.
Oh Dios, si sólo un pájaro
me visitase en esta
región de libertad.
Atrás, puros espacios,
belleza inhabitable.
Vuelva la sed a su
origen en el fuego.






viernes, 18 de octubre de 2013

Ernestina de Champourcín: "Al final de la tarde"








Al final de la tarde



Al final de la tarde
dime tú ¿qué nos queda?
El zumo del recuerdo
y la sonrisa nueva
de algo que no fue
y hoy se nos entrega.

Al final de la tarde
las rosas siguen lentas
abriéndose y cerrándose
sin caer aún en tierra.

Al final de la tarde
no vale lo que queda
sino el impulso mágico
de la verdad completa.







 

jueves, 17 de octubre de 2013

Horacio Quiroga: "Los faros remotos"


 

 

 

 

Los faros remotos

 



Te había arrojado al mar; y en aquella noche de luna, tan propicia para los raudales de lágrimas, te ibas alejando de la orilla en el féretro en que había escondido tu cuerpo. 
Avanzabas lentamente. Con el reloj en la mano, los minutos que iban tras de ti eran eternos, la medianoche estaba próxima; y bajo la gruta marina que iba a absorberte, una mortuoria claridad de basalto acogía el reflejo azulado de tu ataúd. 
De pronto, la noche se oscureció y dejé de verte. Ibas a desaparecer. Entonces, levantando en las tinieblas mi brazo que oscilaba de delante hacia atrás, a guisa de faro remoto, brilló la piedra de mi sortija. Y bajo la tempestad que caía sobre nosotros, el fuego sombrío del rubí atrajo lentamente tu ataúd. 






miércoles, 16 de octubre de 2013

martes, 15 de octubre de 2013

Emilio Jiménez Díaz: "¿No te parece extraño?"









¿No te parece extraño?



¿No te parece extraño?
Hoy voy sin corazón, sin bomba
que diga en su latir que existo y
que me muero más, minuto tras minuto.
Sin boca voy también y sin sonrisas,
ya no me queda muecas para andar por la vida,
voy sin rostro, sin faz, voy tan deprisa
que no camino yo, me llevan otros alguien.

¿No te parece extraño? Dirá alguien,
tan joven, tan alegre, con ese andar
que parecía volar encima de los cielos...
Y sin embargo, hoy voy sin corazón,
sintiendo apenas nada. Porque no siento nada
me encuentro así, desnudo, levitando, sin estar
estando yo, que sé estoy.

No. No quiero milimetrar mi musical poesía.
No quiero entrar al molde de la bella y sonora
candidez de la hora inspirada.
No. Hoy no quiero sentirme. Precisamente
hoy no. Hoy no quiero viajar. Quiero quedarme
y beber hasta embriagarme de penas.
¿No te parece extraño?
cuando el hombre es el hombre
arrastrado a la orilla de una playa cualquiera
es cuando sabe, positivamente,
que el corazón lo lleva de prestado.


(Poema extraido de la revista Raices del Pueblo, año 1974)







lunes, 14 de octubre de 2013

Julio Cortázar: "Fama y eucalipto"










Fama y eucalipto 



Un fama anda por el bosque y aunque no necesita leña mira codiciosamente los árboles. Los árboles tienen un miedo terrible porque conocen las costumbres de los famas y temen lo peor. En medio de todos está un eucalipto hermoso, y el fama al verlo da un grito de alegría y baila tregua y baila catala en torno del perturbado eucalipto, diciendo así:

-Hojas antisépticas, invierno con salud, gran higiene.

Saca un hacha y golpea al eucalipto en el estómago, sin importársele nada. El eucalipto gime, herido de muerte, y los otros árboles oyen que dice entre suspiros:

-Pensar que este imbécil no tenia más que comprarse unas pastillas Valda.








domingo, 13 de octubre de 2013

Flor Alba Uribe: "Génesis"








Génesis



Entonces era el caos,
la sombra en desmesura. Apenas el vacío
al borde de la nada. Sopor de los abismos.

¡Soledad! ¡Soledad!

Y tú en el umbral empujaste las sombras,
milenios de silencio, baldías soledades.

Anulaste la nada.

Buscaron las galaxias posibles horizontes
y hallaron los planetas sus órbitas precisas.

Después comenzó el amor
y surgió el alfabeto, el ángel de la música
la flauta de los vientos.

El beso inventó unos labios
y fue posible la miel en los panales,
los ritos de la zafra, las uvas moscateles.

El deseo se hizo carne
y el fuego ardió en asombro ritual sobre la tierra,
fecundó los volcanes, habitó cada estrella.

Y, ya a merced del gozo,
desplegado oleaje de piel salobre y húmeda,
inventaste los mares, sus crestas, sus abismos,
y juntos navegamos el altamar del éxtasis.

Todo lo fue creando el germen de tu aliento,
todo edén, fue posible a partir de tu tacto.
Después dijiste: olvídame,
Y creaste tus mitos y leyendas.







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sábado, 12 de octubre de 2013

Ángela Botero Lòpez: "El día que no me ames"


 

 

 

El día que no me ames

 


El día que no me ames
pasará cualquier cosa.

Se apagarán los vientos,
se morirán las rosas.

El cielo quedará oscuro,
y se caerán las estrellas
como brújulas locas.

Se secarán los ríos
y callará la alondra.

Quedará la tierra sin
música y sin novias.

El día que no me ames
moriré con tu nombre
apretado en la boca.





viernes, 11 de octubre de 2013

Eugenio Mandrini: "Los expulsados"


 

 

 

 

Los expulsados

 


Somos cuatro: el idiota, el poeta, el ciego y yo, el loco. "Allá van los expulsados", gritan quienes nos ven andar la tierra de pueblo en pueblo. Es que ni bien llegamos a algún lugar, a cualquier lugar, nos recelan, nos hostigan,  nos apartan. Cuando preguntamos el motivo contestan siempre lo mismo: al idiota, por idiota; al poeta, por exceso de artificio; al ciego, por vivir en la ilusión de un derrumbe de sombras; y a mí, el loco, por llevar un ojo celeste y el otro rojo y ser una mezcla atroz del cielo y el infierno. Y para rematar, agregan que los cuatro tenemos la mirada perdida. Nosotros nos defendemos diciendo que somos la síntesis de la época en que vivimos: un poco idiota, un poco fabuladora, un poco ciega y un poco loca, y que por eso mismo deberían respetarnos. Ahí es cuando nos expulsan.
Ahora estamos llegando a un pueblo fantasma. Esperamos tener mejor suerte. 







jueves, 10 de octubre de 2013

Carmen G. de la Cueva: "Pensamiento cruel"









Pensamiento cruel


¿Ha valido la pena destruirse?
Heridas las manos en el horizonte
sin poder nombrar el frío
es la muerte
quien devora mis raíces.