domingo, 2 de junio de 2013

Rosa Yáñez: "Verdadera magia"










Verdadera magia



El público contuvo la respiración cuando el brazo se hundió hasta el codo dentro de la chistera. Los veinte centímetros de altura de ésta y la mesa de metacrilato no dejaban lugar a dudas: aquello era magia. Él, el mago, se sorprendía también pero el oficio le ayudaba a aparentar cierta indiferencia mientras su mano se sumergía más y más en el novedoso vacío dentro del sombrero. El conejo blanco no aparecía por ningún lado.

Bajó más el brazo y el público se mantuvo expectante. Dentro hacía frío pero no tocaba nada. Inclinado totalmente sobre la chistera, hundido hasta el hombro y apoyándose con la otra mano para no terminar de caer en aquel absurdo abismo, seguía intentando resolver el número sacando, no ya el conejo, sino cualquier cosa que diera fin a aquella accidentada actuación.

Por fin notó algo al otro lado, caliente y algo sudada, otra mano que entrelazó los dedos con los suyos. Casi fue un consuelo. Sólo pudo identificar que era una mano bastante grande y que tiraba con demasiada fuerza hacia el otro lado.











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