"Una vez discutí con Kinkel sobre el concepto que él tenía
del «sueldo minimo». Kinkel pasaba por ser uno de los más geniales especialistas
en tales temas, y creo que se habló del sueldo mínimo para una persona que vive
sola en una capital, no contando el alquiler, fijándolo en un principio en
ochenta y cuatro marcos, y más tarde en ochenta y seis. No quise, en modo
alguno, oponerle la objeción de que él mismo, a juzgar por aquella irritante
anécdota que él nos contó, sostuvo por sueldo mínimo suyo, uno treinta y cinco
veces superior a aquél. Tales objeciones pasan por demasiado personales y de
mal gusto, pero el mal gusto consiste en calcular así el sueldo mínimo de los
demás."
De "Opiniones de un payaso", Editorial Seix Barral, 2001
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