LA DUCHA
Hace
calor. La ducha. Y apareces,
desnuda
claridad, como una espada.
Y me
dejas el alma traspasada
cuando
a la lluvia, sin rubor, te ofreces.
El
agua pone el río y tú los peces.
Yo no
sé qué poner. No pongo nada
más
que un corvo deseo; una mirada
como
un puñal que clavo muchas veces.
Y el
agua cesa, y se acrecienta el fuego
cuando
la piel recorres con cuidado
agotando
tu aseo y mi paciencia.
Y
miras, y te ríes, y hablas: ¿Luego?
No,
luego no, mujer. Ahora el pecado,
que
ha sido mucha ya la penitencia.
(De “Poetas en Sevilla”, Ayuntamiento de
Sevilla, 2001)
Agua, fuego, desnuda claridad... Magnífico. Se me hace que en Sevilla nacen buenísimos poetas.
ResponderEliminarUn saludo.
Fer
Muy bonito Manuel, la poesía elegida .
ResponderEliminarBs.