LA INMORTALIDAD
Si
yo te hubiera amado como me amo a mí mismo,
ni
mares, ni tormentas, ni montañas posibles
se
habrían resistido a mi voz imperiosa
y
la inmortalidad hubiera sido el premio.
Pero,
querido mío, se me negó la gracia
de
vencer a la muerte con tan alto destino.
(De “Las tardes”, Editorial Renacimiento, 1988)
Yo le amé más que a mí misma y el cielo no me ha escuchado.
ResponderEliminar¡Precioso!
Cariños.
kasioles