A
CONTRATIEMPO
Este
poema tiene un son
que no
es el suyo. Imaginad
que
estamos bailando un bolero.
Pero la
música que suena
yo no
la oigo: es otro ritmo,
otro
compás, el que yo llevo.
Bailo a
destiempo, a contratiempo.
Mi pareja
se queja porque
la
estoy pisando. ¿Cómo puedo
decirle
que escucho una música
que ya
sonó o no sonó nunca?
Nos
sentamos. No nos miramos.
(No nos
veríamos).
El son
de este
poema no es el suyo:
llevamos
músicas distintas.
Por eso
el baile es imposible
y debo
desistir.
(De “Cuaderno de Nueva York”,
Ediciones Hiperión, 1998)
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