APUNTE PARA UN NIÑO MUERTO
a
fran y a pilar, su madre
Dulces son las praderas y los
azules días del verano,
el peso de la brisa y el olor de
la lluvia en los pinares.
Dulce es el agua que mansa corre
por la acequia
y el corazón de quien ríe y la
voz cuando susurra.
Fran estuvo aquí y es la pradera,
un día azul de estío,
la acequia, los pinares, la voz
amarilla del susurro.
Se marchó sin saber de las nubes
que manchan el otoño,
sin ver el óxido en los muros, el
batir de las puertas,
la oscuridad de los pozos. Azul
era su pecho.
y llenaba de azul los almanaques,
las manos, los jardines, los
domingos,
mientras un lento escarabajo
trepaba hasta sus labios
enloquecido de luz y de
inocencia.
No hay nada más tibio ni nada hay
más amargo
que la voz de un niño
que, como un tren, hace temblar
nuestra memoria.
(De
“Apuntes del natural”, Fundación José Manuel Lara, 2013)
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