VEINTICINCO AÑOS
No sé, pero he debido equivocarme
y hace tiempo que pago ese error cometido.
No quiero detenerme en los detalles:
han pasado los años y cumplí veinticinco.
Después de esos errores se aprende alguna cosa:
que reina la mentira y que un poema, a veces,
-sobre todo en las noches que nada nos importa-
no es más que una costumbre indiferente.
Y por eso, vivir no es una fiesta
y aunque he sido dichoso, lo fui sin darme cuenta.
(De “Una extraña ciudad”, Ediciones Renacimiento, 1990)
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