ORACIÓN DEL DESESPERADO
Apóstate,
Señor, en la esquina más próxima
y
asáltame en la noche, mientras duerme
la
ciudad y, borracho, yo regreso a mi casa.
Que
no tiemble tu mano
al
asestar el golpe. Sé limpio,
pues
no cabe mayor piedad que un tajo
profesional,
certero, fulminante,
sin
dar opción al tiempo y sus ardides.
Date,
luego, a la fuga
y
deja que mi alma muera también conmigo.
La
eternidad es tuya: llévate la cartera
y
arroja a la basura mi carné, los papeles,
demasiado
profanos y, desde luego, inútiles;
también
y, sobre todo, mis poemas, los libros
que
escribí. La tristeza,
quédatela,
Señor, véndela al peso:
ella
es la suma exacta de mi vida.
(De “Retrato de heterónimo”, Editorial
Ánfora Nova, 2008)
Excelente. Muchas gracias, Manuel.
ResponderEliminarUn abrazo.
Fer