jueves, 25 de junio de 2015

Domingo F. Faílde: "Retrato de heterónimo"











RENDICIÓN INCONDICIONAL



                                                  Desnúdame, no tengo ya otra cosa.
                                                                               Pablo García Baena




A ti te digo,
                      ven,
                              ¿no eres acaso
el arcángel que invoco,
el que acecha mis sueños y me infunde
las dulces pesadillas que me encienden la carne;
el que me inculca la palabra exacta
si mi deseo proclamo;
el que me hace propuestas transgresoras
cada vez que te miro;
el que me  acerca a ti, si algún milagro,
como un faro en la noche, me ilumina;
el que abre las puertas de mi  reino
con su sola mirada;
el que tiene tu rostro?

Ven, acerca tu mano
y, según tu palabra, hágase en mí
la postrer maravilla,
la sombra incandescente
que arde sin consumirse en el serrallo
más turbio de mi carne.

Mas sea, sin embargo,
tu voluntad: dispón, pues, de este cuerpo,
que arde si tú lo tocas,
que engendra cataclismos al paso de tu lengua
flamígera y flamea,
como una llama, al roce de tus labios;
¿a qué esperas?

Ven, asalta, conquista
el desmayo dichoso de mis miembros
y hazme morder el polvo de tus plantas
y sentir en mi vientre
la tibia comezón de la derrota,
mientras mis dedos buscan
el filo de tu espada
y comulgo tu aliento
y un mar de orquídeas negras
devora mi naufragio y me vomita,
pecio de gloria, al fin, sobre tu pecho.




(De “Retrato de heterónimo”, Editorial Ánfora Nova, 2008)







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