PASAN TORMENTAS SOBRE NUESTRAS
HORAS
Pasan tormentas sobre nuestras
horas.
Pero no existe un nubarrón
perenne
que la esperanza pueda
interceptarnos.
Después de resistir esas etapas
de fragor, de amenaza, de
temblores,
se alejan tempestades que nos dieran
pesadillas extrañas e increíbles.
Ligeras marcas sólo distinguiendo
la desazón de un día más aciago,
duros momentos cruzan sin más
huella
que alguna cicatriz de
escepticismo
-cierto escalón en donde nos
detiene
exacta y justamente la mesura-.
Pasan tormentas sobre nuestros
días.
Sobrevivimos derribando sombras.
No hay mal que siempre dure ni
hay manera
de que nadie lo aguante sin
vencerlo.
(De
“Meditaciones ante El Aljarafe”, Castillejo Editores, 1999)
Amén.
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