ESPERA
Y tú me dices
que tienes ya los pechos rendidos
de esperarme,
que te duelen los ojos de estar
siempre vacíos de mi cuerpo,
que has perdido hasta el tacto de
tus manos
de palpar esta ausencia por el
aire,
que olvidas el tamaño caliente de
mi boca.
Y tú me lo dices que sabes
que me hice sangre en las
palabras de repetir tu nombre,
de lastimar mis labios con la sed
de tenerte,
de darle a mi memoria, registrándola
a ciegas,
una nueva manera de rescatarte en
vano
desde la soledad en la que tú me
gritas
que sigues esperándome.
Y tú me lo dices que estás tan
hecha
a esta deshabitada cerrazón de la
carne
que apenas si tu sombra se
delata,
que apenas si eres cierta
en esta oscuridad que la
distancia pone
entre tu cuerpo y el mío.
(De
“Selección natural”, Ediciones Cátedra, 1983)
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